lunes, 1 de noviembre de 2010

Para construir una relación íntima...

Jorge Bucay
Para construir una relación íntima, no alcanza con el amor, hace falta además la atracción y la confianza.
Hace falta además que yo sienta que hay algo en tí que me atrae, que me fascina, que me gusta, que me mueve, que me lleva a pensarte, hace falta que confíe en tí.
"La confianza en una relación íntima implica tal grado de sinceridad con el otro, que yo no contemplo la posibilidad de mentirle".
Y habrá que darse cuenta que la confianza, el amor y la atracción, son cosas que no suceden o que suceden. Y cuando no suceden la relación puede ser buena, pero no será íntima y si no es íntima, no será trascendente.
Puedo hacer cosas para impedirme a mismo amarte pero no puedo hacerlo por decisión.
No puedo confiar por decisión, no puedo sentirme atraído por decisión ni por gratitud ni por historia, es simplemente algo que sucede o no sucede, algo que permanece o ha dejado de pasar y de nada sirve querer permanecer en el tiempo con lo que ya no está. Y de nada sirve creer que el sacrificio puede hacer que dure más allá de su tiempo.
Si me sacrifico, me mutilo.
Si cancelo mi vida por tí, podré conseguir tu lástima, tu desprecio, tu consideración, quizás, tu gratitud pero jamás podré conseguir que me quieras, porque eso, eso, ni siquiera depende de tí.
De hacer de nuestras vidas algo que valga la pena vivir, me parece que a veces olvidamos lo que quiere decir esa frase. Repetimos todo el tiempo: "vale la pena ésto,no vale la pena aquéllo" y no nos damos cuenta de que estamos hablando de valer la pena. Vale penar por aquéllas cosas que amamos, vale penar por aquéllas cosas que nos importan. Vale penar por aquéllas relaciones íntimas que generan encuentros comprometidos que trascienden en el tiempo.

La princesa que buscaba marido...


Había una vez una princesa que quería encontrar una esposo que fuera digno de ella, que la amase de verdad. Para lo cual, puso una condición: elegería de entre todos a aquél que fuera capaz de soportar 365 días al lado del muro del palacio donde ella vivía, sin separarse ni un solo día. Se presentaron miles, centenares de pretendientes a la corona real. Al primer frío la mitad se fue, empezaron los calores y la mitad de la mitad se fue, cuando empezaron a gastarse los cojines y a terminarse la comida, la mitad de la mitad de la otra mitad también se fue.
Había empezado el primero de enero,cuando entró diciembre empezaron de nuevo los fríos y solamente quedó un joven. Todos los demás se habían ido. Cansados, aburridos, pensando que ningún amor valía la pena. Solamente éste joven que había adorado a la princesa desde siempre, estaba allí, anclado en esa pared y ese muro, esperando pacientemente a que se terminaran los 365 días.
La princesa que había despreciado a todos, cuando vió que éste muchacho se quedaba empezó a mirarlo, pensando que quizás ese hombre la quería de verdad.Lo había espiado en octubre, había pasado frente a él en noviembre y en diciembre, disfrazada de campesina le había dejado un poco de agua y un poco de comida, le había visto a los ojos y se había dado cuenta de su mirada sincera.
Entonces le dijo al rey:
-Padre, creo que finalmente vas a tener un casamiento, y que por fin vas a tener nietos, éste es el hombre que de verdad me quiere.
El rey se había puesto contento y empezó a prepararlo todo. La ceremonia, el banquete e incluso, le hizo saber al joven a través de la guardia, que el primero de enero cuando se cumplieran los 365 días lo esperaba en el palacio porque quería hablar con él.

Todo estaba preparado, el pueblo estaba contento, todo el mundo esperaba ansiosamente el primero de enero. El 31 de diciembre, el día después de haber pasado las 364 noches y 365 días allí, el joven se levantó del muro y se marchó. Fue hasta su casa a ver su madre y ésta le dijo:
-Hijo, querías tanto a la princesa, estuviste allí 364 noches y 365 días y el último día te fuiste. Qué pasó?? no pudiste aguantar un día más??
Y el hijo contestó:
-Sabes Madre?? me enteré que me había visto, me enteré que me había elegido, me enteré que le había dicho a su padre que se iba a casar conmigo, y a pesar de eso,no fue capaz de evitarme una sola noche de dolor, pudiendo hacerlo, no me evitó una sola noche de sufrimiento. Alguien que no es capaz de evitarme una sola noche de sufrimiento no merece de mi amor, verdad Madre?
Cuando estás en una relación y te das cuenta de que pudiendo evitarte una mínima parate de sufrimiento, el otro no lo hace es, porque todo se ha terminado.