Hoy al despertar sentí tu perfume,
tu aliento, tu presencia...
inundando como siempre la oscuridad
de mis pensamientos.
Te vi acercándote hacia mí
con tu sonrisa misteriosa
y tu cuerpo tan perfecto.
Escuché un te quiero
silencioso,
será porque a esa hora
de la mañana
estaría pensando en ti.
Me gustaría haber guardado
todas tus palabras
y sacarlas una a una
e invocarte
al menos, cada vez que te extrañe.
A ti no te pasa lo mismo.
Ni siquiera piensas en mí.
Poco a poco pasas de mí.
No sé como lo haces.
Quisiera ser tan fuerte como tú.
Ojalá pudiera adentrarme en
tu memoria
y quedarme ahí por siempre.
Estoy en duelo por tu ausencia
aún cuando disfruto de tu presencia.
Apareces en cada cosa que hago
y desapareces con la realidad.
Si hubiera sabido que esa era la última
vez que te veía,
hubiera arrancado cada beso
y cada minuto tuyo
y no me sentiría
vacía como me siento ahora.
Es estar rodeada de millones
de personas
y estar solitaria de ti.
Ver miles de rostros y
sin embargo, en ninguno te encuentro a ti.
Te amo a cada instante y
en cada instante te pierdo más que
el anterior.
No sé como le haces tú
para no pensar en mí.
Me gustaría aprenderte por último
esa técnica.
Me enseñaste a quererte cada día
una cosa más y otra cosa menos que no sé.
Aprenderé de ti cada día viendo tu indiferencia
y oliendo el olvido que afianzas en tu mente.
Será un proceso rápido y corto para ti
y para mí, un método de muerte.
Esta cosa buena que soy ahora
en parte es gracias a ti.
Aunque no estés conmigo
te llevo conmigo.
Pienso en tantas cosas
mientras elaboro el duelo
de tu pérdida.
Desperté hoy en la mañana
y estas palabras tal vez
sean el producto de un sueño
o tal vez sea,
quizás sea porque te extraño...