miércoles, 21 de octubre de 2009

Ésta suma debería ser igual a cero: Alejandro Páez Varela.


Creo que éste escritor me ha cautivado en momentos serios de mi vida. En fin, pongo éste otro texto atractivo como tantos otros que tiene.


Ésta suma debería ser igual a cero

Texto: Alejandro Páez Varela.


'Otra vez aquí, esperando. Camino de la computadora a la tienda y me revuelco en el sillón en el que leo. Acaricio a los perros y los saco a pasear si me miran a los ojos. La sandía en el vaso de agua fresca me sonríe y dejo que me seduzca. En el departamento de arriba tienen fiesta desde que inició la epidemia de influenza. Me fumo un cigarro.Ya le di dos vueltas a los periódicos. Ya vi que en la tele anunciaron tres refritos, cuatro churros y el noticiero, que es como todo lo anterior pero más decepcionante. El libro que abrí es el mismo de ayer, páginas antes. Apagué el celular pero no pude resistir: volví a encenderlo.No creo que llamen, que me lancen piedritas en el vidrio o que me visiten sin avisar. Pero lo espero. La lata de la Coca de dieta que me tomé ayer me observa desde hace rato dar vueltas en la silla, y sin hacer un gesto se lamenta más que yo por esta penumbra. Escribo una palabra y me pongo alegre porque tengo con quien platicar. Las palabras tienen forma de mujer, no importa si empiezan con te, con eme, con zeta o con erre. Imprimo esa palabra al centro de una página en blanco para escuchar un ruido diferente al mío, que mis dos cachorros saben cuándo estar callados. Me alegro también porque un cerillo nuevo se enciende con la punta roja de mi cigarro. Deposito cerillos en el cenicero como sin darme cuenta para que suceda. Y sucede. Y lo aprecio.El amor tendría que sumar menos de dos. El amor debería ser cualquier cosa, menos la espera. El amor es todo lo que hace daño.Escojo fruta y se pudre mientras pienso en ti. Tengo en el refri sólo pan, salchichas y mostaza porque pienso en ti. Voy a mi oficina porque pienso en ti y si ya no quiero estar allí, también. Porque te pienso me despierto en la mañana y me visto; me arreglo la barba y respiro; tomo un taxi o mi auto y observo por la ventana porque estarás por allí si estos lentes de fondo de botella no me fallan. Esperas el metro; eres la chica que toma el teléfono público y la que me hará sonar el celular. Llegas en cada correo electrónico, eres el único spam que aprecio y la primera foto que se carga en internet.Vuelvo a casa porque pienso en ti. Pido una pizza y quiebro unas nueces porque pienso en ti. Pongo palomitas en el microondas porque tu nombre suena en la matraca de maíces reventando. Cierro la puerta despacio para no despertarte porque habrás llegado cuando no estoy. Pero no. No llegaste. Miento: tampoco lo espero.Entonces pienso en ti y agarro fuerzas otra vez para volver al sillón en el que leo, a la computadora, a la tienda, a la tele que es boba, al mismo libro de ayer, a los periódicos, a mi vida que es una rutina porque le da método a la espera.La suma del amor debería ser igual a cero, pero no lo es.No me llames. No vengas. No pienses, como lo hago yo. No vivas, no respires, no me invoques. No sientas, no sufras, no rías. Quédate quieta: deja que se nos haga tarde este día (como ayer y antier y los días previos). Deja que pase una semana, dos. Y luego los meses. Que se vayan los años.La suma de los recuerdos debería ser igual al olvido. Pero no.'


Y sí, todo lo relacionado con el amor... la suma debería ser igual a cero.

Rento mi vida amueblada mientras regresas: Alejandro Páez Varela


Éste otro de los textos que me atrajeron mucho de la sección "Hasta atrás" de la revista Día Siete.


Texto: Alejandro Páez Varela


'Bloqueé mi página en Facebook porque no me voy a aprender el password tan fácilmente, como quieren, y lo cambié a diario hasta que alguien sin rostro me notificó que estoy fuera. Me siento tan débil que si una hoja hace ruido al caer, olvidaré las claves de acceso al administrador de mi blog y al de cuatro sitios; a mis tres correos obligatorios, a los cuatro contadores de hits que verifico, a los 10 diarios online que debo leer por la mañana. No recuerdo los pins de mis tarjetas de débito y voy en persona al banco para proveerme de efectivo. Colapsé cuando me pidieron el número de empleado en el periódico en el que trabajo, y respondí con un gruñido cuando me detuvo una patrulla y un agente preguntó por la tarjeta de circulación. Renuncié a la licencia de conducir.Me senté a escuchar a Bach y recordé que un borracho golpeó mi chelo y debo pagar una millonada por repararlo. La lavadora automática silva canciones chinas cuando termina un ciclo de secado. Si hay un apagón, el no-break de mi computadora brinca en pitidos que me hacen pensar en las voces de los que llaman a la Compañía de Luz y Fuerza para exigir que les devuelvan una parte de sus vidas.El clip del Word de Microsoft me tiene hasta la madre con su ceja levantada. La risa del dependiente-lleno-de-espinillas en la papelería me ha dejado sin cartucho de tinta para la impresora. Los controles del Wii están descargados justo cuando quiero usar el Wii Fit. El iPhone es mi único consuelo a pesar de que me molesta su autosuficiencia. No junto las estampillas de descuento de Starbucks, Subway o Pizza Hut y me gano la burla de sus empleados. No soy invitado especial deCinemex. No hago mi manifiesto cuando salgo de Texas después de visitar a mis padres. No me persigno frente a una iglesia. No repito la oración que me enseñó mi madre aunque recuerdo los cánticos y hosanna en las alturas, y he aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.No guardo los DVD aunque se rayen. No cambio los CD de mi carro y oigo, entonces, solamente seis. No acomodo los libros en orden alfabético ni por autores ni por temas ni por nada, y no terminé la escuela. Creo en la verdad y aún así miento. Me aferro a lo que me cuelgo en el pecho y si el aria alcanza un infinito cierro los ojos para que se me olvide todo lo anterior.Me alegro cuando el commendatore me invita al infierno. Me duelen las mujeres que no saben de antemano que soy estéril. Rebuzno porque soy intolerante con mi propia voz.No piso las rayas de la banqueta. No vuelvo a las cocinas que huelen a pápalo. Río para que el chiste sea obvio. Mimo a mis perros porque soy yo en ellos. No rasco los muebles de rattan porque no soy gato. No consigo conciliar el sueño. No renuncio a imaginar que todavía me quieres. No dejo de pensar en ti un solo día de mi vida, y a veces, cuando el mundo se me viene encima, repito tu nombre porque no es un conjuro y no me salvará.Rento mi vida amueblada mientras regresas. Me siento en la orilla del banco para ver si me caigo de tu lado. Lloro si una burbuja en la bañera tiene el corte de cabello con el que te conocí, porque me entera de un mundo que no permite soñar.'


Cuando lo leí pensé en los detalles que he dejado pasar para no pensar y darme cuenta que también tengo rentada mi vida.
En la siguiente entrada pondré otro de los buenísimos textos de éste escritor que hace que me proyecte en sus palabras.